Reprimir a jubilados, la obsesión de Bullrich
La represión administrativa y la voz silenciada de los mayores
La reciente actuación de Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, ha suscitado un debate profundo sobre la forma en que el gobierno trata a uno de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad: los jubilados. En un contexto de creciente tensión social, la respuesta a las manifestaciones pacíficas ha sido el uso desproporcionado de la fuerza, dejando a la vista no solo un problema de orden público, sino una clara falta de respeto hacia aquellos que han dedicado su vida al trabajo y al progreso del país.
Un protocolo de seguridad que se vuelve contra los ciudadanos
El anuncio de un nuevo protocolo de seguridad en diciembre de 2023 por parte de la ministra fue presentado con la promesa de garantizar el orden y la tranquilidad. Sin embargo, la realidad es que, en el mismo acto, las fuerzas bajo su mando cortaron el tránsito en Rivadavia y Callao. Este tipo de acciones reflejan un enfoque que prioriza el control sobre el diálogo. La represión de los jubilados, que se manifestaban pacíficamente en la Plaza del Congreso, es un claro ejemplo de esta política.
- 18 personas heridas fueron reportadas tras el uso de gases químicos y violencia física por parte de las fuerzas de seguridad.
- La situación se complicó cuando los trabajadores de prensa también fueron atacados, lo que pone en evidencia un intento de silenciar no solo a los manifestantes, sino también a quienes documentan la realidad.
La cultura de la represión y sus consecuencias
El uso de las cuatro fuerzas de seguridad –Policía Federal, Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), Gendarmería y Prefectura Naval– en la represión de las manifestaciones plantea interrogantes sobre el enfoque del gobierno hacia el disenso. Otras manifestaciones pacíficas han enfrentado situaciones similares, donde la respuesta ha sido desproporcionada y violenta.
La Comisión Provincial por la Memoria documentó que 18 personas necesitaron atención médica tras el operativo, un recordatorio incómodo de que la pacificación no se logra a través de la violencia. Como dice el dicho popular, “quien siembra vientos, cosecha tempestades”, y la escalada de represión podría tener consecuencias sociales aún más graves.
La deshumanización de los jubilados en la política actual
La represión a los jubilados no es solo un problema de orden público; refleja una deshumanización de un sector entero de la población que, a menudo, es desestimado por las autoridades. Las palabras de Lilia Lemoine, diputada de La Libertad Avanza, son un claro ejemplo de esta falta de empatía. Su burla respecto a un fotógrafo agredido por las fuerzas de seguridad revela una cultura política que considera el sufrimiento de los demás como un espectáculo.
- Las manifestaciones de jubilados, que demandan dignidad y respeto, son vistas como una molestia en lugar de una voz legítima.
- Esta situación plantea un dilema moral: ¿puede un gobierno que reprime a sus ancianos considerarse verdaderamente democrático?
El rol de los medios y la responsabilidad social
Los medios de comunicación desempeñan un papel crucial en la difusión de estos eventos y en la formación de una opinión pública informada. La cobertura de los incidentes recientes pone de relieve la necesidad de un periodismo comprometido que no solo informe, sino que también defienda los derechos de los más vulnerables. El ataque a periodistas como Antonio Becerra no es un hecho aislado, sino parte de un patrón más amplio de desprecio hacia la libertad de prensa.
La protección de la voz de los jubilados y la denuncia de las injusticias son responsabilidades que no pueden ser ignoradas. La historia nos muestra que los regímenes que optan por la represión rara vez prosperan a largo plazo. En este sentido, la sociedad civil y los medios deben unirse para exigir respeto y dignidad para todos, sin importar su edad o condición.
