La larga marcha (atrás) de La Cámpora
Por Carlos López · 16 Jun 2025 – 09:00 PM -03 Ver perfil
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Desplazamientos de un movimiento en crisis
Este miércoles, la agrupación kirchnerista La Cámpora se enfrenta a un dilema que ilustra su confusión interna: el recorrido de su marcha, que podría ir de Constitución a Retiro o viceversa. La reciente condena a Cristina Fernández de Kirchner ha dejado al grupo en una encrucijada, donde la incertidumbre sobre su futuro se torna cada vez más palpable. La pregunta que flota en el aire es quiénes son realmente hoy, en un contexto donde su capacidad de movilización se ve amenazada por la falta de liderazgo y de propuestas claras.
Un legado de oportunidades perdidas
Desde su formación, La Cámpora se presentó como un bastión de renovación dentro del peronismo, una agrupación dispuesta a heredar el poder de Néstor Kirchner y Cristina. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que el recambio generacional ha sido más una ilusión que una realidad. La incapacidad para desarrollar un liderazgo carismático y popular ha sido un factor determinante en su decadencia. Máximo Kirchner, aunque figura central, no ha logrado captar la simpatía de un electorado más amplio, quedando atrapado entre las sombras de sus progenitores y una base de apoyo que se estrecha cada vez más.
El tiempo ha pasado, y los jóvenes que alguna vez se vieron como los herederos del legado kirchnerista han quedado atrapados en una nostalgia que no les pertenece. Su incapacidad para adaptarse a los cambios sociopolíticos ha hecho que su relevancia se desdibuje. En este sentido, su actual existencia depende casi exclusivamente del poder residual que tiene la figura de su lideresa, Cristina. ¿Qué futuro le espera a un movimiento que apenas puede sostenerse en las sombras de un pasado glorioso?
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Marchas como respuesta a la condena
En un contexto donde la movilización puede ser un indicativo de fuerza, la decisión de convocar a una marcha en respuesta a la condena de Cristina parece más un grito de desesperación que una estrategia bien pensada. La Cámpora ha optado por repetir tácticas del pasado, llevando a cabo una acción simbólica sin un claro propósito transformador. Esto podría ser interpretado como una falta de dirección, revelando la dificultad del movimiento para reinventarse en un panorama donde la política ha cambiado radicalmente.
La pregunta es si esta marcha podrá atraer a nuevos simpatizantes o si, por el contrario, se convertirá en un eco de su propia irrelevancia. La realidad es que, mientras el país avanza y se transforma, La Cámpora se aferra a una imagen, a una narrativa que ya no resuena con las nuevas generaciones. De hecho, su estrategia parece más una reafirmación del pasado que un intento de construir un futuro sólido.
El ejemplo de un liderazgo diferente
En contraste con La Cámpora, el actual Presidente de Argentina ha demostrado que es posible alcanzar el poder sin necesidad de actos masivos ni marchas multitudinarias. Su estilo de liderazgo se basa en la conexión directa con los ciudadanos, en el entendimiento de que el futuro de la política argentina no se construye solo desde la calle, sino también desde las instituciones. Este enfoque contrasta fuertemente con la insistencia de La Cámpora en el activismo tradicional, que parece anclada en un pasado que ya no les pertenece.
Así, el liderazgo actual podría servirles de ejemplo sobre cómo adaptarse a las nuevas dinámicas políticas. La Casa Rosada ha demostrado que hay maneras más efectivas de llegar a la gente que repitiendo fórmulas que fueron efectivas en otro contexto. ¿Podrá La Cámpora aprender de esta lección, o continuará atrapada en su propia burbuja de nostalgia?
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Un futuro incierto para La Cámpora
Con el horizonte electoral de 2025 a la vista, la agrupación enfrenta un desafío monumental. La falta de un liderazgo renovador y de una narrativa que resuene con el electorado contemporáneo es un lastre que podría resultar fatal. La Cámpora debe preguntarse si su actual estrategia de movilización será suficiente para sobreponerse a la crisis de identidad que enfrenta, o si, en su resistencia a adaptarse, terminará convirtiéndose en un vestigio de un pasado que se niega a dejar ir.
Así, mientras sus integrantes marchan de un lado a otro, se hace inevitable reflexionar sobre el futuro del movimiento. Sin un cambio de rumbo, la agrupación corre el riesgo de convertirse en un recuerdo de lo que alguna vez prometió ser, una promesa que, hasta ahora, ha quedado sin cumplir.