Criticas de la izquierda al dictamen sobre baja de la edad de imputabilidad: “Buscan criminalizar a los sectores más vulnerables”

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El riesgo de convertir a los jóvenes en chivos expiatorios de una crisis social

La reciente decisión del Congreso sobre la reducción de la edad de imputabilidad ha encendido un debate candente en la sociedad argentina. En un contexto donde las tensiones sociales y económicas son palpables, la medida, que pretende rebajar la edad de responsabilidad penal de 16 a 14 años, se ha considerado por muchos como un intento de desviar la atención de los problemas estructurales que enfrentan las comunidades más vulnerables. Myriam Bregman, destacada figura del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), ha sido una de las voces más críticas, afirmando que este enfoque no solo es erróneo, sino que también refleja una profunda falta de empatía hacia las realidades de los jóvenes en riesgo.

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Raíces de una Tragedia

La propuesta de modificar la edad de imputabilidad se alza en un contexto marcado por la violencia y la inseguridad, pero también por la pobreza y la exclusión. Según Bregman, las motivaciones para acoger tal medida parecen responder más a un deseo de criminalizar a los jóvenes de sectores vulnerables que a una voluntad genuina de resolver los problemas sociales que los rodean. Este enfoque es peligroso, pues no solo se ignoran las verdaderas causas de la delincuencia juvenil, sino que se coloca a los adolescentes como culpables de una problemática que es multifacética.

La realidad es que muchos de estos jóvenes no son delincuentes por naturaleza, sino producto de un entorno que les niega oportunidades. Un reciente informe de Unicef indica que el 40% de los niños y adolescentes en Argentina vive en condiciones de pobreza, lo que plantea la pregunta: ¿deberíamos esperar que prosperen en un sistema que les ha dado la espalda? La reducción de la edad de imputabilidad puede ofrecer una solución rápida y conveniente para algunos, pero no aborda las raíces de la tragedia social que viven día a día.

Voces de la Comunidad

Las opiniones sobre esta medida son diversas, pero una constante en las voces de la comunidad es el repudio a la idea de que los jóvenes sean considerados como los principales responsables de la violencia. La Iglesia, a través de sus distintos organismos, ha manifestado su rechazo a esta propuesta, indicando que la solución no radica en castigar a los más jóvenes, sino en ofrecerles alternativas que les permitan un desarrollo integral. Como bien señala Bregman, “lo que deberían hacer es pensar en cómo garantizar salud, educación y un futuro para los chicos”.

Las comunidades afectadas por la violencia han expresado su frustración y deseo de que el gobierno se enfoque en la prevención. La creación de espacios recreativos, programas de empleo juvenil y el fortalecimiento de la educación son solo algunas de las propuestas que emergen de estas voces. En lugar de criminalizar, se necesita una política pública que busque integrar a estos jóvenes a la sociedad, en lugar de aislarlos y señalarlos como culpables.

El Peso de la Justicia

El marco de justicia penal siempre ha estado en el centro de la discusión política argentina, pero esta vez se siente como un juego de ajedrez donde las piezas son seres humanos, y los más vulnerables son las que se sacrifican en el tablero. La nueva legislación sugiere que los menores de 14 años podrían enfrentar hasta 15 años de sanción en ciertas circunstancias, aunque se insinúa que la prioridad será aplicar medidas alternativas, como tareas comunitarias y reparaciones a las víctimas. Sin embargo, el temor se cierne: ¿serán estas medidas realmente efectivas o simplemente una fachada para una política que busca satisfacer la demanda de “mano dura” ante el crimen?

La justicia, en su función más noble, debería buscar la rehabilitación y la reintegración de los jóvenes a la sociedad, no su condena. La pregunta que nos enfrentamos es si el sistema está preparado para transformar la vida de un joven en lugar de condenarlo a convertirse en un mero número en las estadísticas. La experiencia de otros países que han optado por medidas más humanas y comprensivas sugiere que el cambio es posible, pero requiere un compromiso real y no solo retórico.

Un Llamado a la Reflexión

El dictamen aprobado por el Congreso no es solo un punto en la agenda legislativa; es un reflejo de cómo una sociedad decide enfrentar sus problemas. La historia reciente nos ha enseñado que las soluciones simplistas tienden a enredarnos en un ciclo de violencia y desesperanza. La crítica de Bregman y de otros sectores se alza como un llamado a reflexionar sobre las verdaderas prioridades de la gestión pública.

Al final, el verdadero reto no es solo cómo se trata a los jóvenes en un entorno de crisis, sino cómo cada uno de nosotros, como ciudadanos, decide actuar para abordar las problemáticas que los llevan a la delincuencia. El futuro de nuestros jóvenes no debería ser el de ser señalados como culpables, sino el de ser acompañados en su camino hacia un futuro mejor. La historia se escribirá, y es nuestro deber asegurarnos de que se escriba con justicia, compasión y humanidad.

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