Detuvieron a Grabois por la toma del Instituto Nacional Juan Perón: hubo incidentes con la Policía
Un eco de resistencia en el corazón de Recoleta
La jornada de hoy en Recoleta marcó un capítulo significativo en las tensiones políticas actuales de nuestro país. La detención de Juan Grabois, líder del movimiento social y de los trabajadores, tras la ocupación del edificio que albergaba el Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Históricas Juan Domingo Perón, disuelto recientemente por el Gobierno nacional, ha reavivado el debate sobre la memoria histórica y el legado de un líder tan emblemático como Juan Domingo Perón. La intervención de la Policía Federal (PFA) no solo desató una serie de incidentes, sino que también puso de manifiesto las profundas divisiones en la sociedad argentina.
El desalojo y las tensiones en la calle
La ocupación, que reunió a aproximadamente 200 personas, fue respondida con un violento operativo policial que incluyó el uso de gases lacrimógenos. La PFA ingresó al inmueble en Austria al 2500 a las 17:00, un momento que se tornó caótico. Los ocupantes, muchos de ellos exempleados del instituto, reivindicaban un espacio que consideran fundamental para la preservación de la historia argentina.
Desde los balcones del edificio, los manifestantes expresaron su descontento con la situación actual mediante consignas como “Si no podés elegir, no hay democracia” y “Defendamos nuestra historia”. Este acto de desobediencia civil refleja un sentimiento de que la historia y la memoria son vitales en tiempos de crisis política.
Grabois y su mensaje de resistencia
Antes de ser detenido, Juan Grabois emitió un mensaje claro sobre su compromiso con la causa: “Meteme preso Milei, pero la bandera argentina no me la sacás”, un grito que resuena en muchos sectores de la población que sienten que su identidad está en juego. Este tipo de declaraciones resalta la profunda polarización que atraviesa al país en estos momentos, donde la figura de Javier Milei, actual presidente, simboliza tanto la esperanza de cambio para algunos, como la amenaza de un pasado olvidado para otros.
La legisladora porteña Victoria Montenegro también se pronunció en relación con los hechos: “Los uniformados ingresaron sin orden judicial”. Esta afirmación no solo cuestiona la legalidad del operativo, sino que también pone de manifiesto las preocupaciones sobre el respeto a los derechos humanos en el contexto de la protesta social.
La lucha por la memoria histórica
La toma del edificio no es un hecho aislado; es parte de una lucha más amplia que busca proteger los símbolos de la historia nacional. La disolución del instituto y la posible venta del edificio, declarado Monumento Histórico Nacional, han generado un fuerte rechazo en sectores que consideran que la memoria de figuras como Perón y Evita no solo debe ser preservada, sino que debe servir como guía en la construcción de un futuro más equitativo.
“Hace minutos la juventud del movimiento nacional recuperó del odio gorila la antigua residencia de Perón y Evita donde funcionaba el instituto de estudios Juan Domingo Perón disuelto ilegalmente por el régimen de Milei”, se manifestó Grabois, evocando un pasado que muchos consideran esencial. Este tipo de reivindicaciones se enmarcan en un contexto donde el significado de la democracia y la soberanía está en constante discusión.
La respuesta del Gobierno y el futuro del Instituto
La respuesta del Gobierno, que en este caso se ha limitado a la represión del acto, plantea interrogantes sobre la gestión de la memoria colectiva. La decisión de disolver un instituto que, desde su creación, tuvo como objetivo investigar y difundir la historia peronista, es vista por muchos como un intento de borrar una parte integral del relato nacional.
Las repercusiones de este desalojo se sentirán más allá de la jornada. La resistencia organizada por los militantes de Grabois deja claro que no se trata solo de un enfrentamiento político, sino de una batalla por el alma de Argentina, donde el pasado y el presente colisionan en una lucha por el futuro.