El auge del crédito en pesos y dólares: el lado B que hay que prestar atención

0

Entre el impulso del consumo y la sombra de la inflación

En un contexto económico delicado, donde la confianza y el poder adquisitivo son moneda de cambio, la propuesta del ministro Luis Caputo de fomentar el uso de dólares a través de la intermediación financiera despierta tanto esperanzas como temores. La expansión del crédito, ya sea en pesos o en dólares, podría significar una bocanada de aire fresco para muchas familias y empresas. Sin embargo, el potencial de un repunte inflacionario acecha en el horizonte, haciendo que la promesa de prosperidad se vista de incertidumbre.

Imagen destacada de Economía

El panorama del crédito: una herramienta de doble filo

La idea de que el crédito puede ser un motor de crecimiento parece innegable. Según el equipo de Max Capital, la clave radica en cómo se gestione este aumento. Si bien el ancla fiscal se presenta como el pilar fundamental en la lucha contra la inflación, la expansión del crédito puede ser una espada de doble filo. “Al expandirse el crédito privado, los agentes económicos tienen más dinero para gastar e invertir en la economía real,” advierte un bróker de bolsa, destacando que este fenómeno puede impulsar el consumo y elevar la demanda agregada.

Sin embargo, surge un interrogante crítico: ¿qué ocurre si la oferta de bienes y servicios no está a la altura de esa creciente demanda? La historia económica nos enseña que un aumento desmedido del crédito puede, en ocasiones, ser un preludio de una inflación descontrolada, aunque sea de manera temporal. Este ciclo de expansión y contracción se convierte en un juego delicado entre la oferta y la demanda, donde el equilibrio es difícil de alcanzar.

De la teoría a la práctica: los matices del comportamiento del consumidor

El director de Outlier, Juan Truffa, ofrece una perspectiva matizada sobre el asunto. “Todo dependerá de cómo se comporte la demanda de pesos en su momento,” comenta, sugiriendo que la respuesta del mercado a los créditos podría variar significativamente. Si la demanda de pesos supera las expectativas y absorbe adecuadamente la expansión del crédito, el impacto inflacionario podría ser limitado. Sin embargo, la preocupación es que, si la preferencia por mantener saldos monetarios disminuye, la presión sobre los precios podría aumentar.

La dinámica del mercado se convierte, entonces, en un campo de batalla de percepciones y comportamientos. En un entorno donde los consumidores son cada vez más cautelosos, el simple hecho de ofrecer más crédito no garantiza un aumento del consumo. La confianza en la estabilidad económica será clave para que esta estrategia funcione. La historia nos dice que la psicología del consumidor puede ser tan influyente como los datos económicos en sí.

Tasas de interés y el dilema de los créditos accesibles

Otro aspecto a considerar es el costo del crédito. Si los préstamos se ofrecen a tasas de mercado, la probabilidad de que ese aumento de crédito genere problemas de demanda disminuye. Sin embargo, la situación se complica si las tasas de interés son artificialmente bajas para fomentar el acceso al crédito. “Normalmente, si los créditos son a tasa de mercado, es poco probable que haya un problema de demanda,” sostiene Truffa, sugiriendo que un equilibrio se puede alcanzar si se seleccionan correctamente los instrumentos financieros.

Por otro lado, la posibilidad de que se ofrezcan créditos a tasas subsididas podría provocar un aumento desmedido de la demanda. Esto podría llevar, irónicamente, a un ciclo inflacionario cuyo resultado sería contrario al objetivo de desinflación que se busca. La trampa de las tasas de interés puede convertirse en un factor determinante en el éxito o fracaso de la estrategia implementada por el gobierno.

Impacto social: ¿una solución para todos o un privilegio selectivo?

Finalmente, es fundamental considerar el impacto social de esta propuesta. Mientras que la expansión del crédito puede ofrecer oportunidades a algunos sectores, la realidad es que no todos los estratos sociales tienen el mismo acceso a estas facilidades financieras. Las pequeñas y medianas empresas, así como los hogares de clase baja, pueden enfrentarse a barreras que impidan su acceso a créditos accesibles, perpetuando la desigualdad económica.

Las políticas económicas deben tener en cuenta no solo los números en el papel, sino también la realidad del día a día de los ciudadanos. La expansión del crédito podría ser, en teoría, una herramienta poderosa para reactivar la economía, pero su implementación práctica necesita ser equitativa y sostenible para no dejar atrás a los más vulnerables. La justicia social no debería ser una simple aspiración, sino un principio rector de cualquier política económica.

Autor

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *