La guerra en Oriente Medio: perspectivas estratégicas y operativas de una batalla decisiva
Por Juan Pérez · 24 Jun 2025 – 05:37 PM -03 Ver perfil
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Un nuevo capítulo en el conflicto: la lucha por la estabilidad regional
La madrugada del 13 de junio marcó el inicio de una intensa batalla que se desarrolla en un contexto de alta tensión geopolítica en Oriente Medio. Aquí, el principal actor es Israel, que busca desmantelar lo que considera una amenaza existencial proveniente de Irán y sus aliados, afectando no solo su propia seguridad, sino también el equilibrio de poder en la región. Esta escalada de violencia tiene repercusiones significativas para los países vecinos y para aliados estratégicos como Estados Unidos.
Contexto estratégico: el eje del mal
La estrategia de Israel se ha delineado a partir de la percepción de que Irán y sus grupos aliados, como Hezbollah y Hamas, constituyen un eje del mal que desestabiliza no solo a Israel, sino a toda la región. Desde el inicio de esta guerra, el objetivo ha sido claro: eliminar la capacidad nuclear y misilística de Irán, así como desarticular su influencia en Irak, Siria y Yemen.
Las operaciones han sido múltiples y coordinadas, comenzando con ataques aéreos sobre Gaza, donde se ha buscado debilitar a la milicia de Hamas. Estas acciones iniciales fueron complementadas con un enfoque defensivo en territorio israelí, anticipando una respuesta masiva de fuerzas combinadas.
Acciones militares: la ofensiva sobre múltiples frentes
El 9 de enero de 2024, Estados Unidos y fuerzas aliadas lanzaron ataques contra las milicias proiraníes en Yemen, un esfuerzo que se intensificó en 2025 con la operación denominada “Rough Rider”. Este operativo tuvo como objetivo destruir lanzaderas y bases de los Hutíes, con el fin de desmantelar la red de amenazas en la península arábiga.
- Más de 50 objetivos alcanzados en el sur del Líbano contra Hezbollah.
- Destrucción de sistemas de mando y control a través de ataques con explosivos.
- Incremento en el número de ataques aéreos en Gaza y Yemen.
Estas acciones no solo buscan deshabilitar capacidades militares, sino también enviar un mensaje claro a los aliados de Irán sobre las consecuencias de sus acciones en la región. La combinación de presión militar y diplomática ha sido fundamental para establecer un nuevo equilibrio de poder.
Repercusiones regionales: un efecto dominó
La escalada del conflicto no ha dejado de afectar a las naciones vecinas. Arabia Saudita, por ejemplo, ha intensificado su vigilancia y preparación militar a medida que crece la preocupación por la expansión de la influencia iraní. Asimismo, los países de Golfo Pérsico están reevaluando sus alianzas y estrategias en un contexto donde la seguridad energética también se ve comprometida.
Por otro lado, la población civil en territorios como Gaza y el Líbano enfrenta un deterioro crítico de las condiciones de vida, con un incremento en el número de desplazados y bajas civiles. Este contexto humanitario plantea un dilema moral a la comunidad internacional, que observa con preocupación las consecuencias del conflicto.
La mirada hacia el futuro: una paz incierta
A medida que la batalla en Oriente Medio se intensifica, es evidente que las soluciones diplomáticas siguen siendo escasas. El futuro inmediato parece sombrío, con la posibilidad de un conflicto prolongado que podría arrastrar a más actores regionales e internacionales. La historia nos ha enseñado que la paz en esta parte del mundo es un objetivo difícil de alcanzar, pero no imposible.
Las decisiones que se tomen en las próximas semanas no solo definirán el destino de Israel y de Irán, sino que también influirán en la estabilidad de una región que ha sido escenario de conflictos durante décadas. La comunidad internacional estará atenta, ya que el desenlace de esta contienda podría tener repercusiones mucho más allá de las fronteras de Oriente Medio.