El estado crítico de nuestras rutas y sus consecuencias

La situación del mantenimiento de las rutas nacionales en Argentina no solo es alarmante; es una cuestión de vidas. La reciente tragedia en la Ruta N° 3, que dejó un saldo de cuatro muertos, vuelve a poner de manifiesto un problema que se agrava día a día: el abandono del infraestructura vial. En un contexto donde se frena la obra pública y se discute el futuro de Vialidad Nacional, las advertencias sobre el estado de las rutas caen en oídos sordos, y lo que está en juego es la seguridad de miles de argentinos que transitan por ellas.

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La inacción del Gobierno

El panorama actual es desolador. Desde la asunción de Javier Milei, el proceso de privatización y desfinanciamiento de Vialidad Nacional ha dejado a las rutas en un estado “desastroso”, según los trabajadores del sector. Las advertencias de gobernaciones e intendencias de distintos signos políticos parecen no ser suficientes para que el Gobierno actúe. Un claro indicio de esto es que el mantenimiento de las rutas ha quedado relegado a una especie de juego de azar, con consecuencias que ya son fatales.

  • Sin estadísticas nacionales: A pesar del incremento de siniestros, no existen datos estadísticos que reflejen la magnitud del problema.
  • Inconvenientes de infraestructura: Las maniobras bruscas, causadas en gran parte por el mal estado de las calzadas, son responsables de un porcentaje significativo de accidentes.

El impacto en la seguridad vial

Un informe de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) reveló que el 38,6 por ciento de los siniestros en las rutas nacionales se deben a “maniobras bruscas”. Este dato es alarmante, ya que pone de manifiesto que la falta de mantenimiento es un factor crítico en la siniestralidad. La recomendación del mismo informe es clara: “reacondicionar la calzada que presenta desniveles”. Sin embargo, la inacción del Gobierno deja esta recomendación como un mero enunciado.

La situación es especialmente preocupante en el interior del país, donde los vecinos y vecinas se ven obligados a transitar por rutas en condiciones lamentables. En muchas ocasiones, estos ciudadanos se convierten en los protagonistas de historias de accidentes evitables. El sentido de urgencia es palpable; las comunidades están clamando por una solución, pero las decisiones políticas parecen ignorarlas.

La privatización y sus riesgos

El avance del plan para liquidar Vialidad y concesionar más de 4,000 kilómetros de rutas plantea un nuevo dilema. La privatización de la infraestructura vial podría traer consigo un enfoque centrado únicamente en el lucro, dejando de lado la seguridad y el bienestar de los usuarios. En este contexto, las preocupaciones sobre la calidad del mantenimiento y la seguridad se intensifican.

  • Privatización vs. seguridad: La lógica del mercado puede no alinearse con las necesidades de seguridad vial.
  • El futuro incierto: Las decisiones tomadas hoy pueden tener un impacto negativo a largo plazo, poniendo en riesgo vidas humanas.

Un llamado a la acción

Es imperativo que se escuchen las voces que claman por la mejora de la infraestructura vial. La seguridad no es una cuestión de ideologías políticas; es una responsabilidad compartida que debe ser atendida de manera urgente y efectiva. Las vidas en juego no pueden ser consideradas un costo colateral en un juego político. Como señala un trabajador de las rutas: “Estamos jugando con fuego”.

Las tragedias como la de la Ruta N° 3 deben ser un punto de inflexión. No se puede permitir que el estado de abandono se convierta en la norma. Es hora de que el Gobierno tome cartas en el asunto, priorizando la vida y seguridad de los argentinos por encima de todo. La falta de acción solo perpetuará un ciclo de dolor y tragedia en las carreteras que todos, de una manera u otra, utilizamos. La situación es insostenible y la urgencia de un cambio es inminente.

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