La Noche de los Bastones Largos (29 de mayo)
La Noche de los Bastones Largos (29 de mayo)

Un Contexto de Tensión Social y Política
El 29 de mayo de 1966 se inscribe en una etapa oscura de la historia argentina, marcada por la dictadura de Juan Carlos Onganía. Este período, conocido por la represión y el autoritarismo, propició un clima de descontento en diversos sectores de la sociedad, en especial en el ámbito académico. La autonomía universitaria, un principio fundamental que había permitido a las universidades operar con independencia del Estado, estaba en la mira del gobierno militar, que consideraba a las universidades como focos de resistencia y disidencia.
La tensión había ido en aumento desde el golpe de Estado de 1966, que derrocó al presidente Arturo Umberto Illia. La comunidad educativa, compuesta por docentes y estudiantes, se manifestaba en contra de las políticas de Onganía, que buscaban imponer un control férreo sobre las instituciones educativas. Este descontento culminó en un evento que se recordaría como La Noche de los Bastones Largos, un claro ejemplo de la violación de los derechos humanos en el ámbito académico.

La Represión y el Desmantelamiento de la Autonomía Universitaria
En la noche del 29 de mayo, fuerzas policiales irrumpieron en la Universidad de Buenos Aires, utilizando bastones y la violencia para desalojar a estudiantes y docentes. Este ataque fue una respuesta a la resistencia de la comunidad educativa frente a las medidas que intentaban restringir la libertad de enseñanza y la investigación. Los hechos se desarrollaron en un clima de brutalidad que dejó un saldo de numerosos heridos y detenidos.
El gobierno de Onganía no solo buscaba acallar las voces disidentes, sino que también pretendía implementar un modelo educativo alineado a sus intereses políticos. A través de la disolución de la autonomía universitaria, se buscaba controlar el contenido de las enseñanzas y limitar la capacidad de los académicos para opinar libremente. La Noche de los Bastones Largos se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad y la democratización de la educación en Argentina.

Consecuencias y Legado de una Noche Violenta
Las repercusiones de La Noche de los Bastones Largos fueron profundas y duraderas. La represión violenta no solo generó un clima de miedo, sino que también llevó a la diáspora de importantes académicos que se exiliaron en el extranjero, privando al país de valiosas voces en el ámbito del conocimiento. Universidades, que hasta ese momento habían sido bastiones de pensamiento crítico, se vieron forzadas a adaptarse a un nuevo modelo que limitaba la libertad de cátedra.
El impacto de este evento se extendió más allá de su tiempo, convirtiéndose en un referente de resistencia y lucha por la autonomía universitaria. En años posteriores, la comunidad académica argentina continuó movilizándose en defensa de sus derechos, y muchos de los ideales forjados en la resistencia a la represión de 1966 resurgieron durante las luchas democráticas de las décadas siguientes.
Hoy, al recordar qué pasó un 29 de mayo, se evoca la valentía de aquellos que se opusieron a la opresión y se reafirma el compromiso por un sistema educativo libre, inclusivo y democrático. La Noche de los Bastones Largos es recordada como un hito en la historia de la educación en Argentina, un momento que marcó un antes y un después en la relación entre el Estado y la academia.