La película oculta de Darín: el actor habla en inglés y nunca fue estrenada en Argentina

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Un viaje inesperado en la carrera de un ícono

El cine argentino es un vasto océano donde se entrelazan historias, talentos y destinos inesperados. En este contexto, surge una película que, a pesar de contar con un elenco predominantemente argentino, nunca vio la luz en su propio país. Hablamos de The Stranger, un filme que, aunque puede ser considerado un paréntesis en la trayectoria de Ricardo Darín, revela mucho sobre la ambición y los riesgos que la industria del cine puede asumir.

Un viaje inesperado en la carrera de un ícono El cine argentino es un vasto océano donde se entrelazan historias, talent... Descubre más sobre melodías, comp...

La enigmática dirección de Aristarain

Adolfo Aristarain, conocido por sus producciones emblemáticas como Martín (Hache), Tiempo de revancha y Un lugar en el mundo, es el director detrás de esta historia poco convencional. A pesar de su renombrado historial, Aristarain consideraba que The Stranger era “una historia floja”. Este juicio puede ser visto como un acto de autocensura, o quizás como una reflexión honesta de un creador que se enfrenta a la realidad de su propia obra.

La trama se centra en una mujer, interpretada por Bonnie Bedelia, que despierta con amnesia tras presenciar un asesinato. A medida que comienza a recuperar fragmentos de su memoria, se convierte en el blanco de una persecución orquestada por criminales, liderados por Julio de Grazia. En este proceso, surge un héroe inesperado: un psicólogo/detective interpretado por Peter Riegert.

Un Darín insólito y breve

Uno de los aspectos más intrigantes de la película es la aparición de Ricardo Darín. En el momento de rodar The Stranger, Darín era un galán de telenovelas de apenas 30 años, y su papel como el agente antinarcóticos Clark Whistler lo presenta hablando en inglés, con una voz que, sorprendentemente, no parece ser la suya. Este rasgo destaca la naturaleza transnacional del proyecto y el deseo de atraer una audiencia angloparlante, aunque resulte un tanto desconcertante para los seguidores de su carrera en Argentina.

La elección de Darín en un papel tan limitado en tiempo y diálogo puede ser vista como un intento de cruzar fronteras artísticas, aunque el resultado final no haya resonado con el público argentino. Este tipo de decisiones subrayan las tensiones entre la identidad cultural y las exigencias del mercado internacional.

Julio de Grazia es el villano del film.

Una época y un contexto cinematográfico particular

The Stranger fue estrenada en 1987, un periodo en el que el cine argentino comenzaba a explorar nuevas narrativas, pero todavía estaba marcado por las cicatrices de la dictadura. La película se sitúa en un contexto en el que las producciones nacionales buscaban salir de su encierro local y alcanzar audiencias más amplias. Sin embargo, el resultado fue que la película no logró estrenarse en su tierra natal, un hecho que invita a la reflexión sobre los criterios de éxito y aceptación en la industria cinematográfica.

La música de los años 80 también juega un papel importante en la atmósfera del filme, sumergiendo a los espectadores en una época marcada por la experimentación y la búsqueda de nuevos sonidos. Este uso del sonido es un recordatorio de que el cine no solo se cuenta a través de imágenes, sino también a través de melodías que evocan emociones y contextos.

Ricardo Darín, Cecilia Roth y Federico Luppi, entre otros, en los créditos de The Stranger.

El legado de una película olvidada

Es curioso pensar en cómo una película como The Stranger, que parece haber quedado relegada al olvido, puede ofrecer una ventana a las complejidades del cine y la identidad argentina. Las elecciones narrativas, los desafíos de la producción y la interpretación de un actor de renombre como Darín nos dejan pensando sobre el camino que el cine argentino ha recorrido desde entonces.

El filme, aunque incomprendido y no apreciado en su tiempo, puede haber servido como un experimento audaz que, aunque no logró despegar, refleja la constante evolución del cine en Argentina. Las circunstancias que rodean su realización son un recordatorio de que, a veces, el verdadero valor de una obra se encuentra no solo en su éxito, sino en las preguntas que deja abiertas sobre el arte y la identidad.

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