Los consejos del Nobel mexicano que descubrió gases del agujero de ozono

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Los consejos del Nobel mexicano que descubrió gases del agujero de ozono

La curiosidad científica que salvó la capa de ozono

El legado del Nobel mexicano Mario Molina resuena con fuerza en un mundo que enfrenta desafíos ambientales. Su descubrimiento sobre los gases CFC no solo revolucionó la ciencia, sino que también impulsó una acción global para preservar la capa de ozono.

Un hallazgo crucial

En 1985, Mario Molina, junto a su colega F. Sherwood Rowland, reveló al mundo que los clorofluorocarbonos (CFC) estaban destruyendo la capa de ozono, el escudo protector de la Tierra contra los dañinos rayos ultravioleta. Este descubrimiento fue impulsado por una profunda curiosidad científica, que llevó a Molina a investigar las propiedades de estos compuestos químicos. Su trabajo no solo alertó sobre un peligro inminente, sino que también propició la creación de políticas internacionales, como el Protocolo de Montreal, que prohibieron la producción y uso de los CFC.

Un impacto positivo en el medio ambiente

Cuarenta años después de su descubrimiento, un estudio de Naciones Unidas ha confirmado que la capa de ozono muestra señales de recuperación, gracias a la acción conjunta y decidida de la comunidad internacional. Molina, en una conversación reciente, destacó que este es un ejemplo de que los problemas ambientales pueden ser solucionados si se actúa a tiempo. “Nuestras mediciones indican que lo hicimos a tiempo”, afirmó, subrayando la importancia de la ciencia en la formulación de políticas efectivas.

El futuro de la ciencia y la política ambiental

La relevancia de la obra de Mario Molina se siente especialmente en el contexto de la próxima cumbre de la ONU en Nueva York, donde se discutirán los gases de efecto invernadero y la urgencia de un acuerdo universal. Con la participación de 125 jefes de Estado, este evento podría marcar un hito en la lucha contra el cambio climático. La trayectoria de Molina, como pionero en la ciencia ambiental, sirve de inspiración y recordatorio de que la investigación científica puede generar cambios significativos y duraderos en nuestras políticas globales.

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