Milei cruzó a Julia Mengolini tras una publicación de trolls que la acusaban de incestuosa: “Le viene el vuelto y llora”
Por Juan Pérez · 24 Jun 2025 – 03:40 PM -03 Ver perfil
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La guerra de las palabras: Trolls, justicia y la ética del periodismo en la era digital
En un nuevo episodio de la pugna entre la política y el periodismo, el Presidente Javier Milei ha arremetido contra la periodista Julia Mengolini, quien se quejó de las acusaciones malintencionadas que la vinculan con su hermano de manera incestuosa. Este enfrentamiento no solo pone de relieve las tensiones entre los actores políticos y los medios de comunicación, sino que también revela las grietas de un discurso que se ha vuelto cada vez más visceral y polarizado en la Argentina contemporánea.
Una acusación inusitada en el ecosistema digital
El hecho que desencadenó esta controversia fue una publicación por parte de un troll libertario que, a través de las redes sociales, propuso una relación ilícita entre Mengolini y su hermano. Este tipo de ataques digitales son cada vez más comunes en nuestro actual ecosistema mediático, donde la veracidad se ahoga en el ruido. La periodista, en un intento por buscar justicia, se dirigió a Andrés Gil Domínguez, abogado constitucionalista, para explorar las posibilidades de llevar este tema a la corte.
La respuesta de Milei fue como un rayo, utilizando su cuenta de X para cuestionar a la periodista: “Decime que sos parte del periodismo basura sin decirlo”. El mandatario no solo se defendió de las acusaciones, sino que también le recordó a Mengolini su propio historial de ataques, sugiriendo que el llanto de la periodista por el acoso digital era irónico dado su propio comportamiento en el pasado.
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El papel del periodismo en la política
Cuando se examina la relación entre Milei y Mengolini, es crucial reflexionar sobre el papel que juega el periodismo en la democracia. La crítica constructiva y el cuestionamiento son esenciales en un sistema político saludable; sin embargo, el uso de la difamación y los ataques personales solo alimentan la polarización. La ética periodística se ha visto comprometida en numerosas ocasiones, donde las líneas entre información y opinión se han difuminado, provocando una erosión de la confianza del público en los medios.
Este contexto no es exclusivo de Argentina, pero se manifiesta con intensidad en la política local. En un mundo donde las redes sociales dictan la narrativa, los líderes deben ser conscientes de cómo sus palabras y acciones pueden influir en la percepción pública. La responsabilidad recae tanto en los políticos como en los periodistas para mantener un estándar que favorezca la verdad y la integridad.
Trolls: el nuevo ejército digital
El crecimiento de los trolls en el espacio digital ha transformado la dinámica de las interacciones en línea. Estos actores, a menudo anónimos y sin responsabilidad por sus palabras, son capaces de desatar campañas de difamación que pueden tener un impacto significativo en la reputación de cualquier persona, figura pública o no. El fenómeno surge, en parte, por la facilidad con la que se puede acceder a plataformas digitales, donde la desinformación puede propagarse a la velocidad de la luz.
- En 2022, más del 60% de los argentinos reportaron haber sido objeto de comentarios difamatorios en redes sociales.
- Las campañas de acoso digital a figuras públicas han aumentado en un 75% en el último año.
- El uso de bots para amplificar mensajes negativos ha crecido exponencialmente, generando un clima de hostilidad.
La situación actual sitúa a los trolls como un fenómeno inquietante que no solo afecta a figuras públicas como Mengolini, sino que también puede tener repercusiones en la percepción de la política en su conjunto. Este tipo de ataques puede llevar a la autocensura en los medios, donde los periodistas optan por no informar sobre ciertos temas por miedo a represalias.
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Un llamado a la reflexión
En este contexto, la controversia entre Milei y Mengolini invita a una reflexión más profunda sobre la naturaleza de la comunicación en la era digital. La política y el periodismo no pueden existir en una burbuja; ambos deben aprender a coexistir, a respetarse y a buscar un terreno común donde la verdad y la ética sean las prioridades. La retórica incendiaria y las acusaciones infundadas no solo desdibujan la realidad, sino que también socavan los cimientos de la democracia.
La historia de hoy es un recordatorio de que, en un mundo donde la información se consume rápidamente, la responsabilidad y la integridad deben prevalecer. La salud de la democracia depende de ello, y es tarea de todos nosotros —ciudadanos, periodistas y políticos— trabajar juntos para construir un espacio de diálogo constructivo y respetuoso.
