Oigo voces
Por María Gómez · 15 Jul 2025 – 06:22 AM -03 Ver perfil
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La curiosidad como un arte efímero
En un mundo donde la información se distribuye con la rapidez de un clic, hay un fenómeno que escapa a la lógica de la modernidad: la curiosidad. Mi experiencia personal me lleva a reflexionar sobre cómo las voces ajenas, esas que se filtran a través de nuestro entorno, se convierten en un eco de la vida colectiva. Este acto de escuchar, que muchos considerarían trivial, puede ser el hilo conductor que nos conecta y nos define en la sociedad contemporánea.
La naturaleza de la escucha
La escucha es un ejercicio humano y, a menudo, involuntario. A diferencia de los ojos, que pueden cerrarse ante lo desagradable, nuestros oídos permanecen abiertos, receptivos a todo lo que nos rodea. Esta capacidad de escuchar no está exenta de consecuencias; puede ser una bendición en su mejor faceta, pero también puede convertirse en una carga. La educación y la cultura nos enseñan a seleccionar lo que queremos escuchar, pero el impulso natural de detenernos a escuchar es una manifestación de nuestra humanidad.
Mi madre solía advertirme con la famosa frase: “no pares la oreja”. Sin embargo, esta sencilla lección parece haberse desvanecido ante el torrente de sonidos que nos inunda. La curiosidad por lo que se dice a nuestro alrededor puede ser interpretada como un deseo de conexión o de comprensión del otro. Aunque a menudo justificada como una búsqueda de conocimiento, en el fondo puede ser simplemente un reflejo de nuestra soledad en un mundo cada vez más interconectado.
El arte de pescar frases
Para mí, escuchar conversaciones ajenas en la calle es casi un arte. Es como ser un espectador en un teatro improvisado, donde las historias se despliegan de manera fugaz y, a menudo, trascendental. Las interacciones humanas, aunque breves, ofrecen destellos de emociones y pensamientos que no siempre se encuentran en los formatos tradicionales de comunicación. Esta tendencia a “pescar” frases es un acto de curiosidad que me conecta con las experiencias de otros, sin que ellos lo sepan.
- Una conversación sobre el clima puede revelar preocupaciones por el cambio climático.
- Un intercambio acerca de la rutina diurna puede reflejar las tensiones del trabajo moderno.
- Un simple “¿cómo estás?” puede ser el inicio de una historia más profunda.
A través de estos fragmentos, me convierto en un cronista silencioso de la vida ajena. Estas breves interacciones, aunque efímeras, me permiten construir un mapa emocional de la comunidad en la que vivo, un mapa que, aunque intangible, es vibrante y lleno de matices.
Las voces del entorno: un reflejo social
Las voces que se oyen en la calle son una representación de la sociedad en su conjunto. Cada frase que se escapa al aire es un indicio de las preocupaciones, alegrías y penas de la vida cotidiana. En un país como Argentina, donde los desafíos económicos y sociales son parte del día a día, el contenido de estas conversaciones puede ser revelador. Las luchas por la justicia social, las esperanzas de un futuro mejor y las frustraciones sobre la política actual resuenan en cada rincón. Estas voces son un espejo de nuestra realidad.
En este sentido, escuchar se torna en un acto político. La voz de los demás puede ser una llamada a la acción o una forma de resistencia. En un contexto en el que la alienación y el individualismo parecen reinar, estas conversaciones efímeras nos recuerdan que somos parte de un todo mayor, que nuestras historias individuales se entrelazan con las de otros, y que, al final, todos contribuimos al caudal de la narrativa social.
La búsqueda de significado a través de la escucha
Escuchar a los demás es, en esencia, una búsqueda de significado más profundo. En cada conversación, cada fragmento de diálogo, hay un potencial para aprender y crecer. Esta habilidad no solo nos permite conectar con el mundo que nos rodea, sino que también nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre nuestras propias vidas. La curiosidad que surge al escuchar es un motor de cambio personal y, en consecuencia, colectivo.
En tiempos de crisis y desinformación, volver a esta práctica esencial puede resultar catártico. Las experiencias ajenas nos ayudan a poner en perspectiva nuestros propios problemas, al tiempo que nos recuerdan que, aunque únicos, no estamos solos en nuestras luchas. La escucha activa, entonces, se convierte no solo en un acto de empatía, sino en un camino hacia la comprensión y el respeto mutuo.