¿Padres de cristal? Por qué hoy la crianza estresa más y cómo evitarlo

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La crianza en tiempos de incertidumbre: un desafío emocional para los padres

En la actualidad, la crianza de los hijos se presenta como una tarea monumental, donde los padres enfrentan un sinfín de exigencias que parecen multiplicarse día a día. En un mundo donde el tiempo es un recurso escaso y la información abrumadora, el concepto de ser un “buen padre” se ha transformado en un estándar casi inalcanzable. En este contexto, el estrés parental se vuelve un fenómeno común, reflejando no solo inquietudes sobre el bienestar de los hijos, sino también una crisis emocional que afecta profundamente a los adultos que los crían.

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El peso de las expectativas en la paternidad moderna

La presión por cumplir con un ideal de crianza perfecta puede resultar asfixiante. Según Agustina Fernández, especialista en adolescentes y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), “entre las múltiples exigencias de perfección que la vida contemporánea impone, ‘ser los mejores padres’ se ha convertido en un precepto superyoico feroz”. Esta búsqueda de la excelencia en la crianza, sumada a la constante comparación con otros padres a través de redes sociales, puede transformar cada pequeño tropiezo de los hijos en un reflejo del fracaso personal de los padres. Así, las emociones de frustración y culpabilidad se transmiten de los padres a los hijos, creando un ciclo de ansiedades que puede ser difícil de romper.

Desafíos contemporáneos: más responsabilidades, menos tiempo

Los padres de hoy, a diferencia de generaciones pasadas, enfrentan una realidad más compleja. Además de las tareas domésticas y laborales, deben gestionar una serie de responsabilidades que incluyen:

  • Infinitos traslados y horarios escolares rígidos.
  • Turnos médicos y actividades extracurriculares que parecen no tener fin.
  • La presión constante de estar disponibles para sus hijos, en un mundo donde el “ahora” es la norma.

Todo esto contribuye a un estado de agotamiento emocional. El contexto económico actual, caracterizado por la incertidumbre, añade una capa adicional de estrés. La vivencia de desamparo psíquico, como señala el Centro de Estudios de la Vida Familiar, se ha vuelto más aguda, haciendo que los padres se sientan en un constante estado de alerta, temerosos de no brindar lo mejor a sus hijos.

La fragilidad emocional de los padres: ¿un nuevo paradigma?

La comparación entre la crianza actual y la de épocas pasadas es inevitable. Se habla de una generación de padres más frágiles, pero ¿es realmente así? En palabras de Fernández, “la crianza siempre ha sido un arte difícil, pero las herramientas y el soporte emocional que tenían los padres de antaño eran diferentes”. En este sentido, la falta de redes de apoyo, como la familia cercana o la comunidad, puede estar exacerbando el estrés parental.

Sofía Garay (43) es médica endocrinóloga especialista en obesidad y tiene 5 hijos de entre 5 y 12 años.

Además, el acceso a información sobre desarrollo infantil y educación puede ser tanto una bendición como una maldición. Si bien es positivo que los padres tengan más recursos para informarse, la sobrecarga de información puede llevar a la confusión y a la sensación de inadecuación frente a las decisiones que toman.

Carla Orsini es madre de 6 hijos, médica pediatra y divulgadora de temas referidos a la crianza.

Estrategias para mitigar el estrés parental

Reducir el estrés en la crianza no es tarea fácil, pero hay varias estrategias que pueden ayudar a l…

  • Establecer prioridades: Identificar lo que realmente es fundamental para el bienestar familiar puede ayudar a reducir la sensación de agobio.
  • Fomentar la comunicación: Hablar abiertamente sobre las emociones y preocupaciones con otros padres o profesionales puede ofrecer un alivio significativo.
  • Buscar apoyo: No dudar en solicitar ayuda, ya sea de familiares, amigos o grupos de apoyo, puede ser crucial para sobrellevar el estrés.

En este sentido, es vital recordar que la crianza no es solo una responsabilidad individual, sino un esfuerzo colectivo que debe estar acompañado de comprensión y empatía tanto hacia uno mismo como hacia los hijos.

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