¿Una Argentina esquizofrénica?
La cruel realidad de un sistema en crisis
Las imágenes de esta semana son de una crueldad que debería convocar a la rabia. Lo que sucede en el Hospital Garrahan, un símbolo probablemente inigualable de lo estatal que funciona bien, como centro de atención pediátrica a cuya excelencia se remiten niños y adolescentes de todo el país, tendría que ser un límite -uno, aunque sea- para la bestialidad. La situación en este emblemático establecimiento refleja un estado de cosas que parece ir más allá de la gestión administrativa. Nos confronta con la cruda realidad de una sociedad que parece haber perdido el rumbo y el sentido de la empatía.
La manipulación de la opinión pública
En medio de esta crisis, el Gobierno ha optado por una estrategia de retroceso temporal, un movimiento que recuerda a la primera marcha universitaria. Se da la impresión de que, tras ceder un poco ante la presión social, se permitirá que todo vuelva a la normalidad, ignorando así las demandas legítimas de la ciudadanía. El verdadero asco radica en cómo se ha logrado instalar, como uno de los ejes de la discusión pública, la percepción de “sobreabundancia” de empleados administrativos. Se ha hecho alegremente, sin pudor alguno, y sin una sola cifra cierta que respalde tal afirmación.
Las milicias del Gordo Dan, en vez de aportar soluciones, han sido convertidas en especialistas de administración hospitalaria, lo que revela la profunda crisis de liderazgo y responsabilidad que enfrentamos. Esta situación plantea una pregunta inquietante: ¿es este el nuevo normal que estamos dispuestos a aceptar?
El silencio cómplice ante la barbarie
La pregunta que todos deberíamos hacernos es: ¿en serio ya somos esto en buena medida? La indiferencia de la mayoría de los argentinos ante la barbarie es alarmante. Nos encontramos en un momento en que algunos se atreven a cuestionar si tener un hijo con discapacidad es un problema personal que el Estado no debe atender. Esta retórica insensible, que despoja a la comunidad de su responsabilidad hacia los más vulnerables, debería ser motivo de un profundo cuestionamiento social.
Asimismo, se permite que una comisión bicameral deje acéfala a la Defensoría Nacional de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, un hecho que debería levantar suspicacias en cualquier demócrata. Los votos de La Libertad Avanza y de sus socios radicales arrastrados son testigos de una falta de sensibilidad que merece ser denunciada. Este tipo de decisiones no solo debilitan las instituciones, sino que también crean un vacío legal en la defensa de los derechos fundamentales de las infancias.
La represión como forma de control social
Resulta inquietante observar cómo se ha naturalizado la represión sistemática de aquellos que se manifiestan en contra de esta situación. La represión de todos los miércoles a jubilados y militantes es un signo más de que se pretende silenciar cualquier atisbo de disidencia. La brutalidad del aparato estatal se ha vuelto un medio para controlar una sociedad que no encuentra respuestas a sus demandas legítimas.
La violencia ejercida contra quienes buscan mejorar su situación dignifica aún más a los oprimidos. La pregunta que surge es: ¿hasta cuándo seguiremos tolerando esta falta de respeto a los derechos humanos en nuestro país?
El futuro incierto de una nación en crisis
La situación actual de Argentina nos invita a reflexionar profundamente sobre hacia dónde nos dirigimos. La lucha por la dignidad y la justicia se ha vuelto más crucial que nunca. Es imperioso que la sociedad civil se movilice, que los jóvenes tomen la antorcha de la protesta y que las voces de aquellos que han sido marginados sean escuchadas. Este es un momento histórico, y la manera en que respondamos a esta crisis definirá el futuro de nuestra nación.
Es fundamental que no permitamos que la indiferencia nos consuma. La historia nos enseña que los cambios profundos requieren valentía y solidaridad. En este contexto, cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar. La esperanza reside en nuestra capacidad de unirnos y luchar por un futuro donde la dignidad y los derechos de todos sean respetados.