Ver para no creer
Por Juan Pérez · 28 Jul 2025 – 06:58 PM -03 Ver perfil
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La ceguera del héroe caído
En el contexto de un espectáculo mediático que trasciende el ámbito del deporte, surge la figura de Carlos Monzón, un boxeador argentino que, a pesar de su legado pugilístico, se vio envuelto en un escándalo que conmocionó a la sociedad. Su historia, marcada por la gloria y la tragedia, nos invita a reflexionar sobre cómo la admiración puede cegar a las personas frente a realidades incómodas. Este fenómeno afecta a la sociedad en su conjunto, a medida que las personas sopesan la complejidad de sus ídolos.
El ícono y su caída
Recuerdo claramente la escena en los años 80, cuando el ex campeón mundial era trasladado de una prisión a otra. La multitud, en lugar de condenarlo, lo vitoreaba con gritos de “¡Campeón!”. Este comportamiento no era una simple manifestación de admiración, sino una expresión de la profunda negación que permeaba el ambiente. La gente no podía aceptar que el hombre que había defendido su título en 14 ocasiones fuera ahora un asesino, responsable de la muerte de su pareja, Alicia Muñiz, en 1988.
Este fenómeno nos muestra cómo las personas pueden llegar a aferrarse a la imagen construida de un ídolo, prefiriendo ignorar las evidencias que desdibujan esa imagen. Monzón, por su hazaña en el ring, había sido elevado a un pedestal, y la realidad de sus actos violentos se convirtió en un incómodo obstáculo que muchos se negaron a enfrentar.
La negación como mecanismo de defensa
La negación, como concepto psicológico, ha sido estudiada en profundidad. No se trata simplemente de un rechazo de la realidad, sino de un mecanismo que permite al individuo protegerse de verdades dolorosas. En el caso de Monzón, la población se vio atrapada en una dinámica en la que lo que se conocía de él como deportista se oponía a la gravedad de sus acciones personales. El boxeador, el héroe, se convirtió en un símbolo de la lucha interna entre la admiración y la repulsión.
Este dilema no es exclusivo de la figura de Monzón. En diversas áreas, desde la política hasta el entretenimiento, el fenómeno de la negación se presenta de forma recurrente. La admiración por líderes, artistas o figuras públicas puede llevar a una falta de crítica ante comportamientos atroces, creando así un caldo de cultivo para la ceguera colectiva.
Un reflejo de la sociedad
La ceguera ante la verdad también resuena en la actualidad, donde la negación se manifiesta en múltiples formas. Desde la manipulación de la información hasta el culto a la personalidad, la sociedad se enfrenta a desafíos que requieren un análisis crítico. Algunos ejemplos incluyen:
- Crímenes de los líderes políticos: En muchas ocasiones, los seguidores eligen ignorar los actos delictivos de sus representantes en favor de una lealtad ciega.
- Escándalos financieros: Empresas que han engañado a sus clientes y accionistas a menudo mantienen a su base de apoyo inquebrantable, a pesar de las evidencias.
- Figuras del entretenimiento: Muchos artistas, aclamados por su talento, han enfrentado denuncias graves, pero su popularidad a menudo les permite evadir la crítica.
Esta ceguera colectiva puede ser peligrosa, pues evita que la sociedad reconozca y confronta sus propios problemas. La historia de Monzón no es solo un relato de un héroe caído, sino un espejo que refleja las carencias y contradicciones de una sociedad que a menudo prefiere mirar hacia otro lado.
El papel de los medios de comunicación
Los medios de comunicación, como agentes de la verdad, tienen la responsabilidad de desterrar la negación. Sin embargo, en muchas ocasiones optan por perpetuar el mito del héroe, centrándose en el espectáculo y olvidando la gravedad de los actos. Este enfoque crea una distorsión en la percepción pública, donde la culpa se diluye y la víctima queda relegada a un segundo plano.
Es fundamental que la prensa aborde estos temas con seriedad y profundidad, para que la sociedad pueda reconocer no solo a los ídolos, sino también sus fallas y consecuencias. Al hacerlo, no solo se rinde homenaje a las víctimas, como en el caso de Alicia Muñiz, sino que también se fomenta una discusión más saludable sobre la cultura de la admiración y los peligros de la negación.